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Tres ideas sobre el espacio.

Sebastián Cillóniz Isola

Espacio como materia, tema central de la convocatoria para esta revista, invita a la reflexión sobre el rol del espacio en la arquitectura. La premisa sugiere que el espacio es la materia prima con la que los arquitectos hacemos arquitectura. Pensar el espacio, como una de las grandes ideas de la arquitectura, resulta ser una tarea compleja. Es conveniente, en búsqueda de un entendimiento de los aspectos más disciplinares de la arquitectura, desempacar con mayor precisión este concepto para poder utilizarlo de manera fluida, reconociendo sus acepciones a lo largo de los años.

 

En este ensayo, se desarrollan tres ideas acerca del término. La primera idea busca ahondar en cuándo, cómo y por qué se empieza a utilizar el concepto de espacio en la arquitectura. La segunda da cuenta de la manera en la que el espacio como concepto y el espacio físico son parte inseparable de nuestro entendimiento del mundo. La tercera y última idea, se desprende de las anteriores para ofrecer una manera de entender el espacio hoy que pueda ser de utilidad para la arquitectura.

 

Espacio abstracto / espacio social.
 

Se debe reconocer, en primer lugar, que el espacio es una idea relativamente nueva en la arquitectura, adoptada explícitamente desde finales del siglo XIX, momento en el que se importa el término desde las disciplinas de la historia, filosofía y la estética. Para estas disciplinas, el espacio es concebido como una propiedad de la mente que ayuda a percibir el mundo de forma adicional y distinta al espacio físico de dimensiones mensurables, definido por los avances de la ciencia. El espacio abstracto, adoptado por la arquitectura, se transforma, cambia de estado y adquiere el rol protagónico que mantiene desde entonces.

 

Según Adrian Forty, en el libro “Words and Buildings”, el desarrollo del discurso del espacio abstracto, o “espacio”, se utiliza para dirigirse al desarrollo de temas específicos de historia, filosofía y estética. Pese a que estos temas no eran explícitamente arquitectónicos, los arquitectos del siglo XIX adoptaron el “espacio” como parte del discurso de la disciplina de la arquitectura moderna. Forty desarrolla dos razones principales para la adopción del término. En primer lugar, el espacio abstracto aparece como una manera de legitimar “lo moderno” ya que hablar de “espacio”, como no se había hecho antes en la historia de la arquitectura ni en su construcción conceptual, ofrecía las bases para una nueva arquitectura. En segundo lugar, “espacio” permite una lectura no metafórica ni referencial para romper con el pasado, de hablar de arquitectura y, al mismo tiempo, colocar a la arquitectura en las altas esferas del campo intelectual de la filosofía y la física (2000: 265).

 

Si bien es cierto, las razones detrás de la adopción del concepto “espacio” son variadas, no cabe duda que luego de que esta ingresa al discurso arquitectónico la manera de entender la elaboración de la arquitectura cambió para siempre. Stephen Kern, en el libro “The Culture of Time and Space”, explica que la historia de la arquitectura, narrada desde un perspectiva contemporánea, relata la manera en cómo el espacio cambia de ser el negativo resultante de una organización de elementos positivos (como son los muros, pisos y losas) a ser un elemento positivo en su derecho. Es decir, los arquitectos empiezan a componer u organizar con el espacio en lugar de hacerlo con las habitaciones (1983: 154-155). Según Forty, es imperativo entender que el uso de “espacio” en la arquitectura, difiere del uso del mismo término en otras disciplinas (especialmente la ciencia) y la terminología compartida no debería confundirnos a pensar que están hablando de lo mismo (2000: 265). [FIGURAS 01 y 02] 

 

Otra acepción del uso del espacio se refiere al “espacio social”, tal como lo define Henri Lefebvre en su libro “La producción del Espacio”, publicado inicialmente en 1974. Para Lefebvre, este espacio es el lugar en donde la vida de las sociedades ocurre; donde se desarrollan las acciones de una cultura. El “espacio social” es un producto, pero nunca es producido. Es, al mismo tiempo, producción y producto de una sociedad en particular. Es decir, según Lefebvre, no existe tal cosa como un espacio abstracto y espacio vivido entendidos de manera separada. Según este autor, la cultura occidental moderna es responsable de generar un cisma entre el espacio y el “espacio” (o espacio físico y el espacio mental). Por esta razón no ha de sorprender que Lefebvre sostenga que los arquitectos, al atribuirse de autoridad en la materia del “espacio”, sean los principales culpables de perpetuar este cisma hasta hoy.

 

Sin embargo, esta definición no debe confundirse con un simple “contenedor” o “marco” que se le “llena”, pero tampoco es un “cosa en sí misma” que debe ser entendida de manera autónoma (Forty, 2000: 272).[FIGURA 03] 

 

Espacio ineludible.

 

¿A qué se refiere hablar del espacio? Esta pregunta resulta trascendental considerando las múltiples acepciones con las que ha contado la palabra. Afirmar, como lo hace la convocatoria para esta revista, que “la conformación de espacio fue un componente esencial en el diseño arquitectónico” (FAU-PUCP, 2017), como una motivación detrás de edificaciones de la antigüedad clásica, renacentista, barroca, asiática o precolombina, cae en riesgo de ser considerada una declaración de la autoridad sobre el concepto que Lefebvre denuncia. 

 

Si se quiere esbozar un entendimiento más completo del concepto “espacio”, una alternativa es reconocer sus complejidades intrínsecas. Por ejemplo, se reconoce que el espacio es ineludible para el ser humano debido a que no se puede prescindir de él. El espacio es aquella dimensión que ocupan todos los cuerpos. Al considerar adicionalmente la dimensión temporal podemos entender nuestra existencia. Tanto es así que el lenguaje mismo está imbricado entre el espacio físico y espacio temporal.

 

Un ejercicio útil para aclarar esta idea sería, por ejemplo, considerar cómo se describe una acción cotidiana: por la mañana salgo de mi casa hacia la calle. Al desempacar esta oración simple se entiende que el suceso “salir” transcurre en un espacio temporal, pero también en algún lugar o espacio físico. En este caso “mañana” y “casa” refieren a cada uno de estos espacios.

 

Este ejercicio revela que el espacio, tanto como categoría mental como dimensión física, es ineludible. No hay manera de escapar de estas condiciones.

 

En la década de los setentas, Bernard Tschumi realiza un ejercicio similar y lo titula “Questions of Space” (Preguntas del espacio o Cuestiones del Espacio según se entienda). Con este juego de palabras, Tschumi inicia un ensayo que está compuesto en su totalidad por un listado de preguntas retóricas acerca del espacio. Cada pregunta se desprende de la anterior y se van retroalimentando unas de otras. A través de este proceso Tschumi logra, con impresionante claridad, desempacar justamente la naturaleza opaca, contradictoria y paradójica de pensar sobre el espacio, que, apoyándose en Lefebvre, declara como imposible de separar entre espacio mental o espacio físico. Tschumi escribe: 

 

1.4 ¿Si, etimológicamente, ‘definir’ espacio es, al mismo tiempo, hacerlo distinto y declarar la naturaleza precisa del espacio, es esta una paradoja esencial del espacio?

1.5 ¿Arquitectónicamente, si definir espacio es hacerlo distinto, hacer distinto el espacio define el espacio?

1.5 1 ¿Si la arquitectura es el arte de hacer distinto el espacio, es acaso también el arte de declarar la naturaleza precisa del mismo?

1.6 ¿Es la arquitectura el concepto del espacio, el espacio y la definición del mismo?

1.6 1 ¿Si el concepto del espacio no es un espacio, es acaso la materialización del concepto de espacio un espacio?

1.6 1 1 ¿Es el espacio conceptual el espacio del que el material es el concepto?

1.6 1 2 Incidentalmente, ¿es la experiencia de la materialización del concepto del espacio la experiencia del espacio? (Tschumi 1996: 55).

 

La conclusión más importante a la que llega Tschumi con este ejercicio es que “...era imposible cuestionar la naturaleza del espacio y al mismo tiempo, hacer o experimentar espacio real.” (Tschumi 1996: 69). Es decir, el espacio arquitectónico es simultáneamente concepto y experiencia. En los “Anuncios de Arquitectura” de 1977, los “Screenplays” de 1978 y los “Manhattan Transcripts” de 1981, por ejemplo, Tschumi desarrolla y afina estos postulados y declara que “La Arquitectura se define tanto por las acciones de las que es testigo, como por el cerramiento de sus muros. Asesinato en la Calle es distinto a Asesinato en la Catedral de la misma manera que amor en la calle difiere de la Calle del Amor. Radicalmente.” (Tschumi 1977).[FIGURA 04] 
 

Al reconocer lo que Henri Lefebvre le reclama a los arquitectos de la modernidad, Tschumi logra acuñar una teoría contemporánea desde la cual le fue posible operar de manera clara. La simultaneidad del espacio, tanto en su observación como fenómeno como en su abstracción a teorema, le permitió definir la arquitectura como concepto y experiencia, que luego evoluciona a espacio y evento, ambos mutuamente exclusivos, pero a la vez interdependientes (Walker 2006: 24-26).

 

Podemos ver que Tschumi utiliza el ensayo como una manera de aproximarse a un entendimiento espacial que se despoje de cualquier idea recibida del pasado. En paralelo, utiliza el diseño gráfico para generar los Anuncios de Arquitectura en donde se exploran las ideas desarrolladas en los textos con las ideas propias de la semiótica de un anuncio publicitario. Al igual que la publicidad, la arquitectura genera el deseo del “espacio” que está oculto y al tratar de revelarlo, se escapa; que al tratar de definirlo pierde sentido. Esto lleva, posteriormente, al desarrollo aún mayor de la teoría a través de más escritos. Estos se consolidan en los Screenplays y los Manhattan Transcripts. En ellos se utilizan técnicas extraídas del cine para generar un sistema de dibujos donde se combinan imágenes, vectores de movimiento y su manifestación en arquitectura. De esta forma, logra consolidar la un lenguaje de representación propio en donde se puede explorar, simultáneamente, el espacio y los sucesos que en él ocurren.

 

Por lo tanto, si el espacio es ineludible, si está imbricado con el lenguaje, si la experiencia del espacio no define el espacio y la definición del espacio no vuelve concreta las experiencias en él, ¿cómo sería posible transformar este discurso del espacio arquitectónico, aparentemente inmovilizador, hacia una herramienta para la creación de arquitectura? ¿Cómo llevar el discurso del espacio a algo más instrumental que la admiración de civilizaciones pasadas, de experiencias irrepetibles o de mitificación oscurantista de la disciplina?

 

El proceso planteado por Tschumi a mediados de los setentas resulta interesante porque cuestiona la representación arquitectónica y su eficacia como herramienta para abordar temas de arquitectura, en este caso el espacio. En una entrevista con Enrique Walker, Tschumi plantea que la escritura influenciaba al dibujo y estos dibujos influencian nuevos escritos. Es decir, la escritura y el uso del lenguaje como la manera de entender ideas arquitectónicas preceden primero y trascienden luego, a la exploración del dibujo. (Walker 2006: 25). Esta exploración constante de más de diez años, llevó finalmente a la materialización de uno de sus proyectos más importantes, en donde se materializan estas ideas: el parque de La Villette en París.[FIGURAS 05 y 06] 

 

El argumento y la reflexión sobre el espacio evolucionan gracias al medio en el que se les explora. Para el caso del espacio arquitectónico es importante notar en este ejemplo el uso del lenguaje, el texto y el dibujo, todas formas de representación, como la herramienta principal de reflexión.

 

Espacio ordinario.

 

Es posible que el espacio arquitectónico haya perdido su valor hoy en día. Los arquitectos actualmente utilizamos la palabra espacio como un lugar común, como un cliché. Suele ocurrir que el deseo consciente o inconsciente de mantener vigente un concepto o postulado, incluso sin reflexionar sobre este, se torne más obstruccionista justo antes de desaparecer ¿Será posible que los arquitectos hemos dejado de cuestionar el “espacio” y esto está entorpeciendo el desarrollo de la disciplina? ¿Nos estamos aferrando a un concepto de espacio que no entendemos?

 

Lo primero que habría que hacer es desmitificar el espacio, preguntarse a qué se refiere uno al mencionar esta palabra y ser preciso con su aplicación. ¿Será posible generar términos para “espacio” de manera que sea útil? No es necesario concluir sobre qué es el espacio, o cuál es su naturaleza, como diría Tschumi, si no que estos términos operan como restricciones que generen nuevos caminos para el desarrollo de la disciplina. Valdría la pena reflexionar sobre cómo las restricciones en la arquitectura pueden ser utilizadas de manera generativa.

 

Analicemos el caso de un proyecto de arquitectura hoy en día. Al desempacar las restricciones, vemos que, desde el inicio, el arquitecto ya tiene un gran número cuestiones decididas. El arquitecto rara vez decide el programa de una comisión, los metros cuadrados o el presupuesto. Todo esto está ya definido por agentes externos. Incluso el lugar, aquel sobre el que los arquitectos han reflexionado tanto como sobre “espacio”, es algo que rara vez es decidido por quien realizará el proyecto. ¿Cuál es entonces el campo de acción del arquitecto? Una respuesta sería que el arquitecto logra conciliar variables irreconciliables y forma un “difícil conjunto” como expresa Robert Venturi en “Complejidad y Contradicción en la Arquitectura” (Venturi 1977: 88). 

 

Si el espacio es, en efecto, parte de la materia prima con la que se hace arquitectura, ¿no debería acaso formar parte de la categoría de restricciones? Bernard Tschumi se refiere a estas restricciones como “ataduras”, “cuerdas” y “reglas”  en los “Anuncios de Arquitectura que uno puede “aceptar o romper.” (Tschumi 1977). [FIGURA 07] 

 

Es posible que sea apropiado utilizar el método que declara Georges Perec para hablar de las ciudades en “Especies de Espacios” para hablar del espacio arquitectónico.

 

“Quizás habría que renunciar a hablar de “espacio”, a hablar sobre el “espacio”, o bien obligarse a hablar de él del modo más simple del mundo, hablar de él de forma evidente, familiar. Abandonar toda idea preconcebida.” (Perec 1999: 99) (1)

 

Al volver el espacio arquitectónico algo ordinario lo podemos despojar del peso conceptual previamente asignado desde el siglo XIX. Al reconocer que es ineludible, dialéctico y paradójico se puede avanzar argumentos futuros sobre él. Uno puede aproximarse al espacio desde las ocurrencias cotidianas, ajenas a la grandilocuencia con la que se pretende asociar a la arquitectura. Esto, claramente sin pretender reducir la complejidad del espacio como experiencia e idea en simultáneo. Es decir, como plantea Tschumi, el constante flujo entre la arquitectura como herramienta para definir el espacio, como herramienta para hacerlo notable (Tschumi 1996: 55).

 

Es necesario romper con aquella manera reductiva de entender el espacio y recordar que la paradoja expuesta por Tschumi también revela que la relación entre ambas partes de la contradicción no es de causalidad. No existe una relación de causa y efecto entre la experiencia de un espacio y la naturaleza del mismo.

 

Es irónico cómo en la arquitectura se trata de forzar esta causalidad cuando la utilidad del concepto está realmente en la contradicción. Por ello, la experiencia espacial particular de las personas en el Panteón de Roma, Notre Dame de París o la Plaza de Chan Chan no son evidencia, o resultado causal, de un pensamiento espacial traducido a un edificio. Esta forzada relación lleva a realizar este tipo de afirmaciones que, de no asumir las responsabilidades y consecuencias de lo que es dicho, pueden generar equivocados entendimientos de la historia y el desarrollo de las ideas en la arquitectura. Al analizar la historia de la arquitectura, debemos reconocer la difícil tarea de intentar ver las obras con el lente de las personas que las crearon en el pasado e intentar recomponer su propia experiencia. No es correcto asumir que las palabras arquitectura, diseño, forma o espacio hayan existido en otras épocas, y si existieron, que significan los mismo que hoy (Forty 2000: 14-15).

 

Para terminar, este ensayo revela una paradoja adicional: es imposible hablar de espacio arquitectónico, hacerle referencia y buscar definirlo salvo utilizando el lenguaje. La arquitectura, que es tanto un oficio práctico (el de construir edificaciones) como una disciplina intelectual (el de pensarlas) se nutre simultáneamente de la experiencia del espacio como la definición de su propia naturaleza utilizando el lenguaje.

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Ensayo publicado en:

Revista de Arquitectura PUCP
A11 Espacio como materia
Año 10, n° 11, Mayo 2018
ISSN 2072 - 1056

 

Sir Roger Pratt_Coleshill House_1660

Figura 01_Sir Roger Pratt_Coleshill House_1660

Brick House Mies Van der Rohe 1923

Figura 02_Brick House_Mies Van der Rohe_1923

Kiesler, Frederick_City of Space_1925

Figura 03_Frederick Kiesler_City of Space_1925

Bernard Tschumi Advertisments for Architecture Murder

Figura 04_Bernard Tschumi_Anuncios_Asesinato_1977

Tschumi_Screenplay01_Frankenstein

Figura 05_Bernard Tschumi_Screenplays_Frankenstein_1977

Tschumi_Manhattan Transcripts_The Block

Figura 06_Bernard Tschumi_Manhattan Transcripts_The Block_1981

Bernard Tschumi Advertisments for Architecture Ropes

Figura 07_Bernard Tschumi_Anuncios_Cuerdas_1977

(1) Se ha reemplazado la palabra ciudad con la palabra espacio para efectos del argumento. Cita original: “Método: habría que renunciar a hablar de la ciudad, a hablar sobre la ciudad, o bien obligarse a hablar de ella del modo más simple del mundo, hablar de ella de forma evidente, familiar. Abandonar toda idea preconcebida. (Perec 1999: 99).

Bibliografía

FORTY, Adrian
2000 “Space”. Words and buildings: a vocabulary of modern architecture. Nueva York: Thames & Hudson, pp. 256-275.


KERN, Stephen
1983 “The nature of space”. The Culture of Time and Space. Cambridge, Mass.: Harvard University Press, pp. 131-180.


PEREC, Georges
1999 Especies de espacios. Barcelona: Novagrafik S.A.


TSCHUMI, Bernard
1996 “Space (essays written in 1975 and 1975)”. Architecture and Disjunction. Cambridge, Mass.: The MIT Press, pp. 25-96.


Venturi, Robert
1977 Complexity and Contradiction in Architecture. Chicago, Nueva York: Museum of Modern Art in association with the Graham Foundation for Advanced Studies in the Fine Arts.


WALKER, Enrique
2006 “Paris-London-New York/Program”. Tschumi on Architecture: Conversations with Enrique Walker. Nueva York: The Monacelli Press, pp. 15-29.

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