Casa Pachacamac
Cliente, propietario, visionario:
Roger Espinosa
Diseño arquitectónico
Sebastián Cillóniz, principal
Carlos Tamayo, colaborador
Katherine Ramos, colaboradora
Matías Murillo, colaborador
Diseño constructivo y ejecución
Gino Cocchella
Mileni Mañaccasa
Diseño estructural
Enrique Meini
Diseño eléctrico y sanitario
Abisings
Delta Ingenieros
La casa es una afirmación sobre una manera de vivir. Inició en el 2013 con la visión de una persona de construir, para sí mismo y su familia, un espacio de vida, una casa hecha de tierra, arena, piedra, madera y naturaleza. La casa se encuentra en Perú, en el valle de Pachacamac, al sur de Lima cerca al cauce del río Lurín.
Este espacio de vida, esta casa, construye comunidad. Para lograrlo, se organizan todos los ambientes alrededor de dos grandes espacios vacíos, plazas vegetales y minerales. Cada ambiente es una identidad edificada que da hogar a los distintos miembros de la familia y a actividades de encuentro social. La casa brinda la posibilidad de mantener la intimidad dentro de la colectividad.
La organización espacial es también una afirmación constructiva y material. La piedra es el cimiento de todo el proyecto. Abrazando la tierra, estructurando las edificaciones y dirigiendo el espacio. Muros largos de piedra, canto rodado del río Lurín, se elevan con argamasa de cal y arena, recuperando saberes olvidados de construcción. Estos muros marcan el ingreso, dirigen al habitante hacia el corazón de la comunidad, la plaza. Los edificios, todos de bloques de adobe del mismo terreno, aprovechan las bondades térmicas e higroscópicas de la tierra.
El uso del adobe en un territorio sísmico se ofrece como oportunidad para lograr una amable negociación entre técnicas de construcción ancestrales y conocimientos contemporáneos. El adobe, apoyado en grandes cimientos de piedra, se separa de la humedad del suelo y utiliza un armazón interno de caña curada con cal viva para tener mayor ductilidad ante los movimientos horizontales. Además, el adobe se presiona con vigas soleras dobles de madera sólida, dónde se apoyan las vigas de troncos de eucalipto y un sistema de losas aligeradas. Las vigas sostienen una cama de caña y un relleno ligero de piedra pómez que es luego vaciado con argamasa de cal para finalmente recibir el acabado final de piso, madera o piedra finamente cortada.
Sólo un volumen se erige en piedra totalmente. Este sirve de umbral entre la plaza y el jardín posterior. Apoyado en una loma, el edificio alberga la habitación principal y contiene el espacio central de la comunidad. Estos anchos muros de piedra y argamasa también están estructurados por una malla flexible interna de caña y vigas de madera. La piedra y la madera coexisten felizmente en balcones y cerramientos.
Por las entrañas de la casa discurre el agua, a través de canales y caídas de agua se conecta el agua del subsuelo con la superficie. De un pozo se extrae el agua de la napa freática y se mueve por el proyecto. Al interior de los muros de adobe y piedra, en tuberías de cobre para eliminar el contacto con el plástico, agua que ha pasado por un sistema de filtrado y purificación con ozono, brota de gárgolas de piedra que más que duchas son cascadas.
Todo lo que ocurre en este proyecto es, nuevamente, una afirmación sobre una manera de vivir, de ver el mundo. Una persona que participó activamente en la construcción de un entorno, de un instrumento que le permita vivir, a él y a su familia, en resonancia con la naturaleza, eso es lo que una casa es.
Un archipiélago de edificios
© Sebastián Cillóniz / Matías Murillo
Fotos
© Homely
Fotos de proceso de diseño y construcción
© Sebastián Cillóniz